
Asistimos a la increíble variación de rendimiento que se obtenía en la gestión de los neumáticos Pirelli, y cómo eso se traducía en una compensación para los equipos con menos carga aerodinámica y para los pilotos que saben llevar un ritmo constante.

La carrera fue, desde mi punto de vista, una vistosa lucha llena de adelantamientos en pista, estrategias de todo tipo e incertidumbre. Kimi y Alonso salieron victoriosos gracias a las características de su coche y su gran gestión de la carrera. Vettel sufrió para alcanzar el podio, pero aun peor lo tuvieron los Mercedes, que vieron como sus gomas desaparecían en cuestión de pocos giros.
Aunque con todos estos ingredientes el coche a batir parecía el Lotus, los de Maranello podían estar satisfechos con su máquina en aquellas fechas. Otros que podían sonreír eran los responsables de Force India que tenían un gran monoplaza pero erraron en la estrategia. A pesar de ello dejaron en evidencia a los dos equipos que demostraron llegar sin los deberes hechos a Melbourne. McLaren empezó 2013 con un coche inestable y con un paso por curva indecente, y con sus pilotos sin conocer muy bien cuál era el papel de cada uno. Con el tiempo se vio que la pasada campaña sería un desastre. Y para Williams lo fue aun peor. A pesar de que prometieron que en España llegaría la versión definitiva para disputar el campeonato con más garantías lo cierto es que eso nunca ocurrió y los de Grove firmaron una temporada desastrosa. La otra decepción del día se la llevó Sauber, que sólo pudo alinear a un temeroso Gutiérrez porque la bomba de gasolina del coche de Hulkenberg le confinó a ver la carrera en el muro. No es de extrañar que Nico haya vuelto este año a Force India después de un año que empezó con una decepción y en el que nunca cumplió sus expectativas.
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